martes, 10 de febrero de 2015

MI PESCADOR

Hoy me pierdo en tus profundos ojos azules, azules como el cielo de verano, azules como mi mar, ese mar que tanto me da y que tanto me quita. Todas las mañanas te vas, tus ojos aún adormilados no han alcanzado su máximo esplendor. Me asomo a la ventana y te veo preparar tus cosas, meterlas en la barca y hacerte a la mar, como si nada. Tus ojos reflejan admiración, pero también un profundo respeto hacia ese mar que nos proporciona alimento, nos refresca en verano y, de vez en cuando, nos aterra en invierno. Justo cuando oigo el motor de tu barca y percibo el olor a gasolina que desprende ese cacharro infernal sé con total certeza que el color y el brillo de tus ojos compite en belleza con el mar, con el cielo y con todo lo demás. Todo queda eclipsado por un momento, hasta que consigues dominar tus ansias y anhelos de aventuras. Aunque sé que el mar no me quitaría lo que más quiero en el mundo todos los días rezo para que vuelvas sano y salvo, para que a la hora de comer me sorprendas con un abrazo con sabor a sal. Todos los días siento esa angustia, ese temor a que el mar decida arrancarte de mi lado, y lo entendería perfectamente; soy la persona más afortunada del mundo al tenerte a mi lado, cualquiera daría la vida por tenerte a su lado. Cuando por fin has recogido todos los útiles de pesca tus ojos se humedecen, señal que la mayoría interpretaría como tristeza, pero que yo leo a la perfección tanto del respeto más reverencial como del más tierno amor de infancia. Se ha acabado tu día en soledad y, por egoísta que parezca, me alegro de que por fin te tenga para mí sola. Las tardes son una bendición a tu lado, eres  la sangre de mis venas y las carcajadas de mi risa. Las horas pasan a una velocidad vertiginosa cuando estás a mi lado. La noche llega en un suspiro y tus ojos empiezan a brillar de nuevo, se acerca la hora de volver al mar y tu alma empieza a cantar incansable hasta que, a la mañana siguiente, yo tengo que volver a compartirte con el mar. Pescador, mi pescador…si no te quisiera tanto ya te habría cambiado por ese mar al que tanto veneras, pero si la única forma de tenerte es compartiéndote con el vasto mar, así es y así será. Ay pescador, mi pescador, aquí te dejo mis líneas de amor. 

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