Hoy me pierdo en tus profundos ojos azules, azules como el
cielo de verano, azules como mi mar, ese mar que tanto me da y que tanto me
quita. Todas las mañanas te vas, tus ojos aún adormilados no han alcanzado su máximo
esplendor. Me asomo a la ventana y te veo preparar tus cosas, meterlas en la
barca y hacerte a la mar, como si nada. Tus ojos reflejan admiración, pero
también un profundo respeto hacia ese mar que nos proporciona alimento, nos
refresca en verano y, de vez en cuando, nos aterra en invierno. Justo cuando
oigo el motor de tu barca y percibo el olor a gasolina que desprende ese
cacharro infernal sé con total certeza que el color y el brillo de tus ojos
compite en belleza con el mar, con el cielo y con todo lo demás. Todo queda
eclipsado por un momento, hasta que consigues dominar tus ansias y anhelos de
aventuras. Aunque sé que el mar no me quitaría lo que más quiero en el mundo
todos los días rezo para que vuelvas sano y salvo, para que a la hora de comer
me sorprendas con un abrazo con sabor a sal. Todos los días siento esa
angustia, ese temor a que el mar decida arrancarte de mi lado, y lo entendería
perfectamente; soy la persona más afortunada del mundo al tenerte a mi lado,
cualquiera daría la vida por tenerte a su lado. Cuando por fin has recogido
todos los útiles de pesca tus ojos se humedecen, señal que la mayoría
interpretaría como tristeza, pero que yo leo a la perfección tanto del respeto
más reverencial como del más tierno amor de infancia. Se ha acabado tu día en
soledad y, por egoísta que parezca, me alegro de que por fin te tenga para mí
sola. Las tardes son una bendición a tu lado, eres la sangre de mis venas y las carcajadas de mi
risa. Las horas pasan a una velocidad vertiginosa cuando estás a mi lado. La noche
llega en un suspiro y tus ojos empiezan a brillar de nuevo, se acerca la hora
de volver al mar y tu alma empieza a cantar incansable hasta que, a la mañana
siguiente, yo tengo que volver a compartirte con el mar. Pescador, mi pescador…si
no te quisiera tanto ya te habría cambiado por ese mar al que tanto veneras,
pero si la única forma de tenerte es compartiéndote con el vasto mar, así es y
así será. Ay pescador, mi pescador, aquí te dejo mis líneas de amor.
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