Sabes que te quiero y siempre te querré. Ojalá te hubiese conocido...
Hoy he recurrido a tu foto. He
visto tu cara, y cómo tus ojos reflejaban los sueños que tenías en mente,
sueños que te habrían llevado a la cima del mundo. Nunca me había fijado con
atención, pero al ver tu cara he visto la mía. Tus cejas, mis cejas; tus ojos,
mis ojos; tu pelo, mi pelo. Lo que no he visto han sido tus sueños en mis ojos,
y eso me ha hecho reflexionar. Tú sabías perfectamente qué querías hacer, y yo
también. Resulta irónico que ninguna de las dos hayamos sido capaces de cumplir
nuestros sueños. A ti te los arrebataron, junto con tu vida, demasiado pronto.
En mi caso la culpa fue mía. El caso es que aunque no pude cumplir mis sueños,
vi que tal vez podría cumplir los tuyos. En ese momento me pareció una señal, y
como náufrago desesperado me aferré a esa posibilidad. Sabes que no estaba
pasando por un buen momento, y supongo que me agarré a un clavo ardiendo.
Durante los últimos 8 años me aferré a ese clavo ardiendo sin pensar que si lo
soltaba dejaría de doler, sólo por tratar de haceros felices a todos. No sabía
qué otra cosa hacer.
Hoy he recurrido a tu foto sin
saber muy bien qué buscaba. Llevaba tiempo pensando que tener tu foto en mi
mesa me ayudaría, me inspiraría y conseguiría mitigar un poco el malestar y la
angustia que todo esto me produce, pero en seguida supe que no podía hacerlo.
Tu marcha marcó a todos y cada uno de los miembros de tu familia, incluso a los
que no tuvimos ni el honor ni la suerte de conocerte. Sé la cicatriz que tu
partida dejó en el alma de mi padre, y precisamente por eso no puedo poner tu
foto en mi mesa; ambas sabemos que le dolería demasiado volver a verte.
Sé que has estado a mi lado estos
largos años en el duro camino, y que si no es por ti, habría tirado la toalla
hace mucho tiempo. Me ayudaste a tu manera en los momentos en los que más falta
me hacías, y sé que lo seguirás haciendo. Por eso me duele tanto tener que
decirte esto: creo que no lo conseguiré. Me desgarra el alma tener que admitir
que no soy lo suficientemente buena, que nunca llegaré a cumplir nuestros
sueños, tus sueños. Parecía que después de lo mal que lo había pasado el curso
anterior éste sería pan comido, pero no podía estar más equivocada. No me tomé
el tiempo suficiente para reponer fuerzas, y a la larga me ha pasado factura.
Lo más irónico de todo esto es que no me duele fracasar, lo que me duele es
fallarte a ti y a toda nuestra familia. No hay nada peor que esto.
Hoy he recurrido a tu foto tal
vez en busca de inspiración, esperando tal vez que pudieses ayudarme como has
hecho desde que nací, y no puedo evitar pensar que soy una egoísta. Nunca he
hecho nada por ti y no paro de pedirte ayuda. Esperaba poder terminar esta
carrera y seguir los pasos que tú tanto deseabas dar, compensar toda tu ayuda
siguiendo el camino que tú me habías dejado marcado.
Hoy he recurrido a tu foto en
busca de redención, sabiendo que es muy posible que mi viaje se termine este
año sin haber conseguido cumplir tus sueños, sin haber superado mis objetivos.
En cuanto he visto tu cara, serena y sonriente, no he podido reprimir las
lágrimas, sintiendo que sólo tú podrías haber superado la meta a la que yo me
estoy enfrentando. Me he visto reflejada en ti, y también he visto que ese
reflejo no era tan perfecto y especular como creía. He visto cuantísimo nos
parecemos, pero, por primera vez, he visto las diferencias que nos hacen
individuales.
Hoy he recurrido a tu foto en
busca del consuelo que desde hace tiempo necesito. Ambas sabemos que lo
necesito, y ambas sabemos que nunca lo tendré porque no sé cómo pedirlo. Un
consuelo que mitigue el llanto de mi alma y el dolor de la decepción que soy
para todos.
Hoy he recurrido a tu foto en
busca de la calidez de tus ojos, calidez capaz de deshacer la gruesa capa de
hielo que ha encerrado a mi alma y mi corazón. Ojalá pudieras abrazarme y
ayudarme a deshacerme de la frialdad con la que el fracaso ha envuelto mi
cuerpo.
Hoy he recurrido a tu foto y me
ha dado tantas cosas…pero no me ha dado lo que en el fondo de mi alma sabía que
quería: una segunda oportunidad para las dos. Una oportunidad para que tú
pudieras cumplir tus sueños. Una oportunidad para mí de no tener que vivir a tu
sombra, intentando reemplazarte y hacer que te sientas orgullosa de mí. Una oportunidad
para nuestra familia de vivir una vida con menos dolor. Una oportunidad para ti
de formar tu familia. Una oportunidad para mí de haberte conocido. Una
oportunidad para nuestra familia de haberte visto triunfar. Una oportunidad
para el mundo de haber sido mejor con tu presencia en él.
Hoy he recurrido a tu foto y me
ha dado la serenidad, paz y tranquilidad espiritual que tanto necesitaba. Me ha
hecho comprender que pase lo que pase estarás orgullosa de mí, y que siempre
estarás a mi lado. Sólo espero poder cumplir tus sueños y lograr mis metas.
Sabes que te quiero y siempre te
querré. Ojalá te hubiese conocido…