No me gustan las preguntas sin ninguna respuesta, como: ¿Dónde vamos cuando morimos? Quiero decir, sé lo que sucede fisiológicamente hablando, pero más allá de eso, ¿qué pasa realmente? Eso es lo que empiezas a preguntarte cuando vives a contrarreloj. Todas esas preguntas sin respuesta me vuelven loca. Por eso me gusta curar bebés, traer al mundo bebés; no hay ambigüedad ahí, no hay preguntas, solo respuestas… claras, precisas y evidentes. Y vida, una vida preciosa y nueva. Esperanza para el futuro. Dios, echo de menos eso.
Nunca valoré mucho preguntarme por la vida después de la muerte. Mi preocupación siempre fue la vida ¿Qué haría con ella? ¿Cuál sería mi marca? Quería abrir nuevos caminos, quería dejar un legado. Quería que mi vida, mi cerebro, mi existencia, significaran algo. Sin embargo, lo que nunca pensé, a lo que nunca le di vueltas en mi cabeza hasta ahora, es que, para hacer eso, para ser recordada, para dejar algo importante detrás… tienes que irte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario