¿La vida? Así pasa la vida. Vivimos llenos de engaños y dolor, y únicamente
nos damos cuenta de ello ahora que somos lo suficientemente maduros, que
nuestra inocencia infantil ha desaparecido y que nuestra lógica infantil que
encontraba respuestas a todo se ha desvanecido. Cuando somos pequeños tenemos
la tendencia a creer que la vida es fácil y la inocencia que poseemos no es
considerada un crimen, sino una virtud que no somos conscientes que irá
difuminándose a medida que empecemos a ganar madurez.
Cuando éramos niños los amigos no tenían ningún tipo de interés, el amor de
una madre bastaba para sentirse queridos y la felicidad se encontraba
fácilmente. Ahora, en cambio, todo es más complicado. Nos convertimos en
esclavos de sentimientos que nunca terminamos de entender cómo funcionan, y
esto solo nos provoca tristeza y amargura. Los conceptos de amistad, amor y
felicidad son completamente diferentes, ahora todo es fugaz y nunca sabes si
son sentimientos verdaderos y genuinos o si en realidad son relaciones sociales
cuya única finalidad es obtener algo de alguien. En el momento que nos damos
cuenta que realmente somos dueños de algo, en ese instante todo se viene abajo;
se esfuma todo sin darnos cuenta, como si nunca hubiese existido. Todo se
pierde, se desvanece, desaparece sin dejar huellas y de repente nos encontramos
en ese estado de tristeza constante que después de un tiempo ya se vuelve
costumbre. Así es como la vida se encarga de demostrarnos que las cosas sólo
suceden una vez y que hay que saber apreciar el momento, que no somos dueños de
nada y que nada es eterno, ni siquiera los recuerdos, lo único que sobrevive es
ese sabor amargo que se queda después de que terminó el instante efímero de
sentimiento. La vida pasa ante nuestros ojos y no somos capaces de darnos
cuenta de que nuestras horas y días están contados.
Una de las cosas que deberíamos aprender es a no dejar de hacer lo que
queremos por esperar algo incierto, así a nadie se le pasaría la vida en vano y
experimentaríamos más momentos de felicidad, de amor y de amistad. La tristeza
se desvanecería por un instante y no estaría tan presente en nuestras vidas.
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