sábado, 14 de enero de 2017

Los problemas con el apego en niños adoptados

No es un secreto que hay un elevado número de niños que están muy desconectados de sus emociones y que muestran una sobreadaptación al entorno, que esconde a veces una rabia contenida y un grado de frustración elevado, que algunos padres no perciben. En la pre-adolescencia muchos niños estallan en situaciones que los padres nunca hubieran imaginado y todo esto tiene que ver con el miedo que tienen a defraudar a su nueva familia. A veces los niños pasan de una complacencia ejemplar a una violencia y agresividad extremas. Cuando un niño tiene que lidiar diariamente con el reto que supone establecer relaciones con sus iguales, sin sentirse discriminados por sus rasgos o por su condición adoptiva, atender de forma adecuada en clase, realizar todas las tareas que le son encomendadas y confirmar con sus padres ese estrecho vínculo que tanta inseguridad les causa y del que tanta necesidad tienen...todo ello supone un esfuerzo casi titánico que hace que agoten antes que otros niños la energía y los recursos adaptativos tan frágiles que poseen. 
Quiero referirme hoy al estilo de apego que establecen estos menores y a como en sus manifestaciones muestran muchas veces el miedo a ser abandonados de nuevo y a sentirse solos y que explicarían en buena medida las dificultades que se están encontrando algunos padres adoptivos en esa etapa tan temida como es la adolescencia. 
La teoría del apego habla de una disposición genética para establecer las relaciones de proximidad y se refiere sobre todo a la naturaleza especial de las relaciones cercanas, tomando como relación prototípica la que se da entre el niño y el cuidador/madre. Por eso es obvio entender que a los niños adoptados, les ha faltado de forma severa y a una edad temprana y clave para el neurodesarrollo, la atención sensible y empática de sus necesidades afectivas, mediente una experiencia de apego seguro con un cuidador competente. Esta etapa condiciona de alguna manera su forma de sentirse en el mundo y lo que esperan de él, casi siempre creando una desconfianza generalizada hacia las relaciones con los demás. 
Las figuras de apego se establecen en base a los adultos significativos que el niño percibe como estables y disponibles, y es a partir de ellos que el niño construye una representación afectiva de lo que es una persona. Una relación de calidad en las primeras etapas le hubiera permitido al niño disponer de una representación interna de sus figuras de apego, como disponibles, pero separadas de sí mismo y esto le hubiera servido como base de seguridad para explorar su entorno y a los extraños. La calidad del apego es tan relevante porque determinará en su desarrollo aspectos importantes como la empatía, la modulación de sus impulsos, deseos y sobre todo su capacidad para dar y recibir. Le dotará además de recursos para manejar situaciones emocionalmente difíciles y frustrantes como las separaciones y las pérdidas. Cuando un niño no ha tenido la posibilidad de establecer un apego primario de calidad en el curso de su primer año o en el máximo de los dos primeros años de vida, puede presentar a menudo déficits en su desarrollo, en especial en el ámbito de sus comportamientos sociales y en el desarrollo de su aprendizaje. Estos déficits pueden alterar la capacidad de vincularse de forma empática con los demás, así como obtener buenos resultados en los procesos de aprendizaje. Desafortunadamente, todos estos déficits están muy presentes en todos los niños adoptados, ya que son precisamente esas circunstancias de adversidad las que le llevaron a una nueva familia. Son la base de la mayoría de las dificultades que manifiestan en todos los ámbitos, por eso es tan necesario que los padres adoptivos manejen esta información y se convierta en una herramienta imprescindible en el día a día. 

TIPOLOGÍA DE LOS TRASTORNOS DE APEGO

Apego inseguro evitativo

El niño tiene una representación de los otros como no disponibles y de sí mismo como capaz de controlarlo todo. Tiene muchas dificultades para la sociabilidad con sus iguales y sobre todo con los adultos. A menudo estos niños parecen excesivamente autónomos y autosuficientes. Se muestran de la misma manera en el contexto escolar como familiar. 

Apego inseguro ansioso ambivalente

Lo más destacado es que en el niño se observa que la conducta de apego está activada la mayor parte del tiempo, ya que reclaman mucha atención. Nunca se sienten suficientemente amados o atendidos. Tienden a cronificar las conductas de dependencia y la representación de sí mismos como "indefensos y solos, no queridos". 

Apego inseguro desorganizado 

Lo presentan los niños más dañados con posibles procesos traumáticos. A menudo se observa en ellos cambios bruscos de ánimo con comportamientos desafiantes o violentos y a veces también una inhibición excesiva. Muestran daño en el control de impulsos y en la regulación de la agresividad. 
Otro tipo de apego especialmente preocupante y que cada vez con más frecuencia observamos en niños adoptados es del tipo inseguro “complaciente”; se percibe en niños que están muy desconectados a nivel emocional, que muestran una necesidad exagerada por complacer  a todos y en especial a los adultos, sacrificando sus propias necesidades afectivas y manteniendo un nivel de auto-exigencia muy elevado destacando en el rendimiento escolar y demás actividades que realizan. Es a estos casos sobre todo a los que me refería al principio, porque es fácil que el sufrimiento del niño pase desapercibido a los adultos, ya que normalmente va cumpliendo las expectativas que sobre él se han depositado. A veces preocupa a los padres la frialdad excesiva que muestran en sus sentimientos y la tristeza que acompaña a su excesiva complacencia.
No quiero dejar de mencionar para aquellos padres que se inicien en la adopción, una conducta de apego muy estereotipada en los niños adoptados sobre todo a su llegada, y es del tipo “indiscriminado” y lo más destacado de ellos es que se muestran tiernos y amorosos con cualquier persona que se les acerque. Dispuestos a irse de la mano del primer adulto que muestre interés en ellos. Muchos padres adoptivos cuentan a veces con alivio y otras con extrañeza como la primera vez que visitaron el orfanato había niños que se acercaban o les abrazaban al verle, incluso su propio hijo les recibió con un fuerte abrazo y este tipo de conducta se prolongó en el tiempo después de la llegada a casa. Estas conductas que se van modificando y mejorando con el tiempo a medida que el niño desarrolla un apego seguro con sus padres, no dejan de ser síntoma de un trastorno de apego inicial como consecuencia del abandono previo, de los malos tratos o de una institucionalización prolongada.

domingo, 8 de enero de 2017

CUÁNDO TIRAR LA TOALLA

La expresión “tirar la toalla” se refiere al hecho de abandonar un objetivo después de intentar alcanzarlo sin éxito. Estás cansado de esforzarte tanto y haces como el boxeador en el ring cuando está extenuado y sabe a ciencia cierta que no ganará el combate: tiras la toalla.

A veces, tirar la toalla puede ser una decisión que acaree consecuencias positivas. Dejar de desgastarse es una buena opción en algunos casos, pero ¿cómo saber cuál es el momento de rendirse? Aquí os dejo tres ocasiones en las que tirar la toalla será la mejor opción.

Cuando hay oportunidades o alternativas mejores.
Si las alternativas son peores o inexistentes, merece la pena seguir luchando. No tendría mucho sentido tirar la toalla por nada, ¿verdad?

Cuando estás perdiendo algo de muchísimo valor que difícilmente vas a recuperar.
No se trata sólo de dinero. Es igual o incluso más importante la salud y las relaciones con los seres queridos.

Cuanto te sientes tremendamente infeliz.
Si te sientes deprimido, triste, decaído, sin fuerzas y sin ganas de nada con frecuencia y fantaseas continuamente con algo distinto, es el momento de tirar la toalla y luchar por lo que en realidad deseas.

Ciertamente, no compensa obsesionarse con un objetivo concreto cuando pueden estar pasando de largo oportunidades que sí merece la pena aprovechar o, por lo menos, pararse a considerar.

Tirar la toalla no es algo sólo propio de los pesimistas, sino de los que buscan algo mejor en su vida. En palabras del propio Napoleón, “Una retirada a tiempo es una victoria”.




sábado, 7 de enero de 2017

2016 también ha sido un gran año

Muchas personas me han enviado los típicos mensajes navideños y de año nuevo, y eso me ha hecho reflexionar. Es cierto que este 2016 ha sido un año complicado para mí, me han pasado muchas cosas, y aunque no todas hayan sido buenas, no ha sido un mal año. Mucha gente me ha ido animando, y me ha dicho “venga, ánimo, que ya se acaba este 2016, un año malísimo, y llega 2017”. Por muchas cosas “malas” que me haya traído este 2016, no creo que haya sido un año malísimo. Claro que, en cuanto decidí escribir estas líneas, me puse a pensar y, haciendo un resumen de todo lo que me ha pasado este año, sí que es cierto que he pasado por momentos duros, situaciones difíciles y he vivido desengaños con personas que jamás pensé que pudieran hacerme pasar momentos tan dolorosos. Ha sido un año de mucho estrés, muchas decepciones y alguna discusión que otra. Aún así, sigo creyendo que 2016 también ha sido un gran año.

A pesar de haber pasado meses de puro estrés y pura ansiedad, de sentirme tanto física como mentalmente fuera de lugar, de haber pasado más tiempo del que cualquiera desearía en médicos y de haber llorado desgarradoramente (desde dentro, como digo yo), a pesar de todo ello, 2016 me ha traído muchísimas cosas buenas. Me ha hecho abrir los ojos para ver más allá, para darme cuenta de que las cosas casi nunca son lo que parecen.

Este 2016 me ha enseñado que mis profesores de la universidad, aunque no todos (y más bien pocos, puedo contarlos con los dedos de una mano y aún así me sobran dedos), son más humanos y más cercanos de lo que nos hacen creer. Se preocuparon por mí cuando vieron que mi forma de ser y de actuar no era la de siempre, y procuraron echarme una mano en todo lo que pudieron, se encargaron de darme ánimos en los momentos difíciles y me tendieron la mano cuando vieron que había tropezado.

Este año también me ha enseñado que no estoy tan sola como creo, que no tengo que pasar por todo yo sola. Me ha recordado las buenas amigas que tengo, amigas que han estado en mis peores momentos y, lejos de intentar desentenderse, han pasado por ello conmigo, amigas que han sujetado el paraguas que me protegía del aguacero cuando a mí no me quedaban fuerzas. Me ha demostrado que, incluso cuando hay un océano (físico, no metafórico) entre dos personas, la amistad sigue ahí, intacta, incorruptible e incondicional. Me ha demostrado que los verdaderos amigos están a tu lado incluso cuando ellos están pasando por un mal momento. Este 2016 me ha enseñado que tengo dos amigas que valen su peso (e incluso más) en oro, son el mejor regalo que se puede tener en la vida.

El 2016 también me ha ayudado a consolidar nuevas amistades, amistades que se han quedado a mi lado a pesar de haberme visto en mis peores momentos. Y me ha enseñado que la amistad no sólo se da entre personas, sino que puedes encontrar un amigo para toda la vida en un animal. Este año me ha dado 6 luces que iluminan mi camino cuando no veo razón para seguir luchando, 6 caballos maravillosos que han sido los mejores terapeutas del mundo, que han sabido darme lo que necesitaba en cada momento, que me han hecho sacar fuerzas de donde creía que ya no había, que me han hecho dar lo mejor de mí misma y que han hecho que me esforzara al máximo.

Este 2016 me ha demostrado que la distancia no es impedimento, y que el tiempo no “estropea” las relaciones. He aprendido que la familia siempre (SIEMPRE) está a tu lado, y que te apoya incondicionalmente aunque no tenga ni idea de lo que te está pasando. Me ha enseñado que la gente que te quiere nunca te da la espalda, por mucho tiempo que haya pasado desde vuestro último abrazo, desde vuestra última conversación o desde vuestra última visita. Por supuesto, también me ha enseñado que la familia no siempre es de sangre, sino que son los hechos y no la sangre los que determinan si una persona merece ser incluida o no en la familia.


El 2016 me ha dado una nueva oportunidad, un nuevo horizonte y unas nuevas metas que alcanzar en 2017. Me ha dado fuerzas, amigos, familia, retos y cabezonería (esa cabezonería de la que tantísimo se queja mi familia y mis amigos). ¿Cómo voy a decir que 2016 ha sido un año malísimo? De eso nada, 2016 ha sido un año buenísimo, y ojalá 2017 sea igual de bueno. 

domingo, 1 de enero de 2017

"Casualidades" que te cambian la vida


Soy de las que defiendo que, en realidad, las casualidades no existen. La vida no es un accidente regido por la suerte. En realidad, cada uno recoge lo que siembra, ya que estamos sumergidos en un aprendizaje constante. No sabemos si las "casualidades" son producto del azar, del destino o de cada uno de nuestros actos previos. Lo que sí sabemos es que, en ocasiones, la "suerte" está a nuestro favor y nos trae cosas y personas que valen la pena, que nos aportan felicidad. 

Las casualidades, coincidencias y sincronicidades

La vida es un libro que vamos escribiendo día a día porque, en cada momento, acontecen maravillosas "casualidades", pero también surgen otras que no resultan tan positivas. Ahora bien, en mi caso, lejos de llamarlo casualidades, prefiero hablar de coincidencias. 


  • En el día a día vivimos ciertas coincidencias que, a nuestro parecer, carecen de significado. Sin embargo, cada cosa que nos encontramos, vemos y sentimos son resultado directo de cada una de nuestras decisiones.
  • Las casualidades "existen", pero la mayoría de las veces acontencen porque nosotros mismos somos agentes activos de nuestra realidad. 
C.G.Jung acuñó el interesante término de sincronicidad para hablar de otro tipo de "casualidades": son la coincidencia temporal de dos o más eventos que, a pesar de estar relacionados entre sí, no son causa uno del otro. 

Esas casualidades que nos traen la felicidad

Para nosotros que nos limitamos a vivir la vida sin preocuparnos demasiado por discusiones filosóficas sobre si es el destino, la suerte o nuestra mente quien favorece esas coincidencias, lo único que deseamos es que todo lo que ocurra sea bueno. Por ello, estaría bien reflexionar brevemente sobre estas dimensiones:

Las coincidencias se ven favorecidas por una actitud positiva

De todo lo que uno "lleva puesto", lo más importante es la actitud, pues ésta es la que nos va a dar fuerzas para hacer frente a nuestro día a día, para salir a la calle y sonreír, ver las cosas buenas del mundo que te rodea y afrontar las dificultades con optimismo. 
  • Si nuestra actitud no es abierta o receptiva, dejaremos escapar muchas oportunidades y situaciones que, de alguna manera, podrían mejorar nuestra realidad. 
  • Quien opta por mantener una actitud cerrada, defensiva y negativa sólo recibirá lo mismo. Es como estar inmersos en esa visión de túnel donde sólo vemos un punto final, el nuestro, sin descubrir todo lo que acontece a nuestro alrededor. 

El pilar del amor propio

¿Qué tiene que ver el amor propio en las coincidencias? Muchísimo. Quien carece de amor propio se limita sólo a dejarse llevar, a permitir que sean los demás o el propio ritmo de vida quienes les traigan sus casualidades. 
  • Es necesario ser artífices de nuestra propia realidad y, por tanto, es importante disponer de amor propio, autoestima y determinación para saber "qué sí y qué no", qué camino tomar y qué sendero evitar según nuestros propósitos y decisiones. 

No temas a la incertidumbre 

Las personas tenemos la necesidad de tenerlo todo bajo control. A nuestro cerebro no le gusta la incertidumbre ni lo imprevisto. 

Ahora bien, es importante saber aceptar que hay cosas que no podemos dominar ni predecir y que las propias coincidencias forman parte de la incertidumbre de la vida. 

Se trata sólo de dejarse llevar, de fijar nuestra acción en aquellas circunstancias que sí podemos controlar para que el resto acontezca a su ritmo. 

Con una buena actitud, esperanzas, resistencia a la incertidumbre y una buena autoestima, la puerta de la felicidad, tarde o temprano, se abrirá ante nosotros para traernos aquello que soñamos.