domingo, 24 de diciembre de 2017

Diciembre

Diciembre. Mes de vacaciones y de fiestas en familia. Casi todo el mundo adora estas fiestas. Las familias se juntan, los amigos se reúnen, las calles se llenan de gente feliz que carga grandes bolsas y paquetes. El ambiente cambia, e incluso cambia el olor en el aire: fragancias de dulces elaboraciones pasteleras invaden nuestro entorno. Todo suena tan bien, tan apetecible y deseable…y sin embargo, yo no siento lo mismo. Para mí diciembre es una tortura. Significa que a la vuelta de las “vacaciones” están los exámenes, una fuente de estrés y ansiedad constante en mi vida. No hay ni un solo día que no me pregunte ¿cuánto tiempo más voy a tener que pasar por esto? Y claro, eso me lleva a plantearme a mí misma qué hago estudiando la carrera que estoy estudiando. Nunca me ha gustado, ni me gusta, ni me gustará. Fue un plan z. Yo quería estudiar otra cosa, pero no pudo ser, y en lugar de dar un puñetazo en la mesa e imponer mis prioridades, decidí ser la niña buena y sumisa que siempre fui. Ahora me veo atrapada en una carrera que me roba años y, sobre todo, energía y casi ganas de vivir. A medida que se acercan los exámenes las noches en vela crecen, no por estudiar, sino porque no puedo dormir pensando en el fracaso y la decepción tan enorme que soy para mi familia. Las noches se hacen interminables acurrucada bajo las mantas, pugnando por no hacer ruido al llorar, ruido que pueda alertar a mis padres, no vaya a ser que se den cuenta de que estoy pasándolo tan mal que no puedo evitar llorar todas las noches hasta caer rendida de agotamiento para dormir unas pocas horas y empezar un nuevo día de tortura. La rutina me devora, y las ganas de que todo se acabe crecen. Lo intento, lucho, me caigo y me vuelvo a levantar. Un día, otro, otro más. Pero nunca se acaba, nunca llega el final del libro. No hay un “happy ending” en esta historia. Y dentro de esta vorágine me he tenido que convertir en una experta de la mentira y la pretensión. He tenido que aprender a esconder mis sentimientos y a aparentar prácticamente las 24 horas del día. No puedo hablar con nadie de mis sentimientos, de mis inquietudes ni de mis debilidades. No puedo defraudar más a nadie, ya he cometido demasiados errores en mi vida, errores que no puedo repetir y que tengo que enmendar. Tengo que ser la niña perfecta que mis padres conocieron, sin fallos ni deslices. Tengo que cumplir la promesa que le hice a mi abuela en mi último adiós, en ese momento en el que me quedé a solas con ella por última vez. Siento que vivo una vida que no es la mía, pero que es lo que tengo que hacer. Vivo la vida que alguien debía haber vivido, pero que se fue muy pronto. Lucho a diario por intentar cumplir su sueño, pero cada día que pasa estoy más perdida y más hundida en el fango. Intento salir y me hundo más. El problema es que llevo haciendo esto tantos años que ya no sé cómo salir, no sé quién soy, no sé qué quiero hacer y a diario dudo si merece la pena todo este esfuerzo. Nadie me ha obligado a hacer lo que estoy haciendo, pero siento que es lo que debo hacer, aunque me haga pedazos por dentro. Siento que no tengo derecho a pegar un puñetazo en la mesa y expresar lo que pienso y siento, que no puedo ser egoísta y desagradecida, porque sin las muchas oportunidades que se me han dado no estaría en ninguna parte. Desde muy pequeña se me contó la verdad sobre mis orígenes, y mi personalidad se forjó en torno a esa verdad. La gente dice que siempre es mejor saber la verdad. Yo no estoy para nada segura. Hay ciertos temas que son demasiado delicados como para ver las cosas claras. “¿Sería más feliz si no lo supiera?” “¿Me habría enterado más adelante?” De haberme enterado “¿me habría enfadado que no se me hubiese dicho la verdad desde el principio?” Nunca lo sabré. Lo que sí sé es que me gustaría saberlo todo, no la mayoría. Pero no puedo escarbar ahora, no puedo investigar. Sería una niñata desagradecida y egoísta que sólo conseguiría hacer daño a su familia. Eso no me lo puedo permitir. Las dudas se quedarán sin resolver hasta que yo me quede sola. Los sentimientos y los miedos se quedarán atascados en mi pecho y en mi alma hasta que pueda gritarlos al mundo, cuando ya no me quede nadie a quien decepcionar. Siento que soy un fracaso y una decepción para mi familia y la gente que me rodea. Intento hacer las cosas lo mejor posible para que se sientan orgullosos de mí, pero no consigo hacer nada bien. Me afecta incluso decepcionar a gente que no es tan cercana. Vivo para los demás y no para mí. No sé cómo cambiar, no sé cómo pedir ayuda, ni cómo conseguir expresar lo que siento. Hace tanto tiempo que vivo así que me he perdido en este maremágnum de mentiras y ocultaciones. Ocultar mis sentimientos es lo único que sé hacer bien, lo cual sólo hace que me sienta incluso peor. Llorar hasta quedarme dormida, acurrucarme en la cama abrazada a un cojín, sentarme en el suelo bien metida en una esquina de la habitación, abrazarme las rodillas contra el pecho mientras me siento apoyada contra la pared…mi vida se reduce a eso. Hay días en los que el frío me revitaliza, me llena los pulmones y hace que sienta un dolor físico que consigue sacarme de mi atribulado mundo y me abre parcialmente los ojos. Mi vida es una mierda. Apenas tengo a nadie, y la poca gente que queda a mi alrededor se va marchando poco a poco, dejándome sola. No los culpo. ¿Quién quiere estar con una persona como yo? Parece que estoy pagando todas las atrocidades y maldades que cometí en otra vida. Supongo que lo merezco. Sé que he tocado fondo, así que supongo que ahora sólo queda salir poco a poco. Dolerá, será difícil, estaré sola y lucharé muchísimo más de lo que he luchado en toda mi vida. No sé si seré capaz de hacerlo, quizás me fallen las fuerzas. Intentaré cambiar y hacer que todos estén orgullosos de mí, pero no puedo garantizar que la historia tenga un final feliz. El carrusel no deja de girar, no puedes bajarte…¿o sí? 

viernes, 10 de noviembre de 2017

Be the sun

Don't let what he wants eclipse what you need. He's very dreamy, but he's not the sun. You are

sábado, 17 de junio de 2017

Ojalá te hubiese conocido...

Sabes que te quiero y siempre te querré. Ojalá te hubiese conocido...


Hoy he recurrido a tu foto. He visto tu cara, y cómo tus ojos reflejaban los sueños que tenías en mente, sueños que te habrían llevado a la cima del mundo. Nunca me había fijado con atención, pero al ver tu cara he visto la mía. Tus cejas, mis cejas; tus ojos, mis ojos; tu pelo, mi pelo. Lo que no he visto han sido tus sueños en mis ojos, y eso me ha hecho reflexionar. Tú sabías perfectamente qué querías hacer, y yo también. Resulta irónico que ninguna de las dos hayamos sido capaces de cumplir nuestros sueños. A ti te los arrebataron, junto con tu vida, demasiado pronto. En mi caso la culpa fue mía. El caso es que aunque no pude cumplir mis sueños, vi que tal vez podría cumplir los tuyos. En ese momento me pareció una señal, y como náufrago desesperado me aferré a esa posibilidad. Sabes que no estaba pasando por un buen momento, y supongo que me agarré a un clavo ardiendo. Durante los últimos 8 años me aferré a ese clavo ardiendo sin pensar que si lo soltaba dejaría de doler, sólo por tratar de haceros felices a todos. No sabía qué otra cosa hacer.

Hoy he recurrido a tu foto sin saber muy bien qué buscaba. Llevaba tiempo pensando que tener tu foto en mi mesa me ayudaría, me inspiraría y conseguiría mitigar un poco el malestar y la angustia que todo esto me produce, pero en seguida supe que no podía hacerlo. Tu marcha marcó a todos y cada uno de los miembros de tu familia, incluso a los que no tuvimos ni el honor ni la suerte de conocerte. Sé la cicatriz que tu partida dejó en el alma de mi padre, y precisamente por eso no puedo poner tu foto en mi mesa; ambas sabemos que le dolería demasiado volver a verte.

Sé que has estado a mi lado estos largos años en el duro camino, y que si no es por ti, habría tirado la toalla hace mucho tiempo. Me ayudaste a tu manera en los momentos en los que más falta me hacías, y sé que lo seguirás haciendo. Por eso me duele tanto tener que decirte esto: creo que no lo conseguiré. Me desgarra el alma tener que admitir que no soy lo suficientemente buena, que nunca llegaré a cumplir nuestros sueños, tus sueños. Parecía que después de lo mal que lo había pasado el curso anterior éste sería pan comido, pero no podía estar más equivocada. No me tomé el tiempo suficiente para reponer fuerzas, y a la larga me ha pasado factura. Lo más irónico de todo esto es que no me duele fracasar, lo que me duele es fallarte a ti y a toda nuestra familia. No hay nada peor que esto.

Hoy he recurrido a tu foto tal vez en busca de inspiración, esperando tal vez que pudieses ayudarme como has hecho desde que nací, y no puedo evitar pensar que soy una egoísta. Nunca he hecho nada por ti y no paro de pedirte ayuda. Esperaba poder terminar esta carrera y seguir los pasos que tú tanto deseabas dar, compensar toda tu ayuda siguiendo el camino que tú me habías dejado marcado.

Hoy he recurrido a tu foto en busca de redención, sabiendo que es muy posible que mi viaje se termine este año sin haber conseguido cumplir tus sueños, sin haber superado mis objetivos. En cuanto he visto tu cara, serena y sonriente, no he podido reprimir las lágrimas, sintiendo que sólo tú podrías haber superado la meta a la que yo me estoy enfrentando. Me he visto reflejada en ti, y también he visto que ese reflejo no era tan perfecto y especular como creía. He visto cuantísimo nos parecemos, pero, por primera vez, he visto las diferencias que nos hacen individuales.

Hoy he recurrido a tu foto en busca del consuelo que desde hace tiempo necesito. Ambas sabemos que lo necesito, y ambas sabemos que nunca lo tendré porque no sé cómo pedirlo. Un consuelo que mitigue el llanto de mi alma y el dolor de la decepción que soy para todos.

Hoy he recurrido a tu foto en busca de la calidez de tus ojos, calidez capaz de deshacer la gruesa capa de hielo que ha encerrado a mi alma y mi corazón. Ojalá pudieras abrazarme y ayudarme a deshacerme de la frialdad con la que el fracaso ha envuelto mi cuerpo.

Hoy he recurrido a tu foto y me ha dado tantas cosas…pero no me ha dado lo que en el fondo de mi alma sabía que quería: una segunda oportunidad para las dos. Una oportunidad para que tú pudieras cumplir tus sueños. Una oportunidad para mí de no tener que vivir a tu sombra, intentando reemplazarte y hacer que te sientas orgullosa de mí. Una oportunidad para nuestra familia de vivir una vida con menos dolor. Una oportunidad para ti de formar tu familia. Una oportunidad para mí de haberte conocido. Una oportunidad para nuestra familia de haberte visto triunfar. Una oportunidad para el mundo de haber sido mejor con tu presencia en él.

Hoy he recurrido a tu foto y me ha dado la serenidad, paz y tranquilidad espiritual que tanto necesitaba. Me ha hecho comprender que pase lo que pase estarás orgullosa de mí, y que siempre estarás a mi lado. Sólo espero poder cumplir tus sueños y lograr mis metas.


Sabes que te quiero y siempre te querré. Ojalá te hubiese conocido…

viernes, 16 de junio de 2017

TU SOLO VIVE

Somos lo que decidimos. Tomamos nuestras propias decisiones y, en base y en torno a ellas forjamos nuestra personalidad. No siempre acertamos, y son precisamente esos fallos los que nos hacen crecer, madurar y aprender. Nos equivocamos, pasamos unos días lamiéndonos las heridas, nos levantamos, juramos que no volveremos a tropezar en la misma piedra y seguimos adelante. El problema es que siempre hay una piedra, y, por desgracia, suele ser la misma en la que hemos tropezado toda la vida. En ocasiones está colocada de manera que es imposible que no tropieces, pero en la mayoría de los casos está apartada del camino, relegada a un mínimo arcén, probablemente oculta...y aún así, nos empeñamos en buscarla para poder tropezar con ella.
No deja de resultar irónico que caigamos siempre en el mismo error, pero supongo que en nuestro subconsciente, esa piedra o ese error son “zonas de comfort”. Sí, lo sé, parece contraintuitivo...de ahí que sea irónico. Sabemos que, como personas, nos equivocaremos desde que nacemos hasta que morimos, desde el mismo momento en el que empezamos a tomar decisiones hasta que se nos acaba nuestro tiempo. Cometer errores es nuestra forma de aprender, y aprendemos constantemente. Sin embargo, tratamos de protegernos de mil y una maneras, desde encerrar nuestro corazón después de una ruptura amorosa hasta repetir conductas del pasado que no han sido satisfactorias.
Ahora bien, ¿por qué nos salimos del camino para tropezar con la misma piedra? Pues por la sencilla razón de que para nosotros esa piedra no deja de ser una vieja amiga. Sabemos las consecuencias que acarrea tropezar con ella, y en mayor o menor medida, ya sabemos cómo hacer frente al dolor y sufrimiento que esa piedra nos provoca. Quizás sea más fácil repetir el mismo error que enfrentarse a nuevas situaciones. Cometer nuevos errores, además del miedo al propio error, nos provoca la angustia y ansiedad de no saber cómo enfrentarnos a él. Nos estancamos, repetimos patrones de conducta y comportamiento en un mero, ilusorio y vano intento de protegernos de lo desconocido, del miedo al rechazo, del miedo al fracaso, del miedo...del miedo al miedo.
Entonces, ¿es justo decir que cometemos errores toda la vida? ¿Y es justo decir que aprendemos de nuestros errores toda la vida? ¿Cómo podemos aprender si no dejamos de caer en el mismo error, la misma trampa; no dejamos de buscar a nuestra vieja amiga piedra para tropezar con ella? Lo cierto es que el tiempo puede parecer un cruel enemigo que avanza inexorable sin darnos un respiro, pero en realidad es nuestro mejor aliado, nuestro mejor amigo, incluso mejor que nuestra vieja amiga piedra. El tiempo va poniendo todo en su sitio, nos va dando experiencia, herramientas con las que enfrentarnos a las dificultades, herramientas con las que hacer frente a nuestra engañosa amiga piedra, calma y sosiego necesarios para volver a encontrarnos a nosotros mismos después de un mal trago, paz interior para hacer las paces con nosotros mismos después de caer por enésima vez en la misma trampa, frialdad y capacidad de análisis para estudiar objetivamente los pasos que hemos seguido hasta nuestro desliz, y sobre todo nos aporta esa serenidad espiritual con la que hacer frente a nuestros propios pensamientos autodestructivos. El tiempo nos da perspectiva para poder relativizar la importancia de las cosas en la vida. Y sobre todo, nos da las suficientes lágrimas para hacer frente a todas esas situaciones que desearíamos no tener que sobrellevar.
La vida puede parecer una mierda, e incluso puede ser una mierda en muchas ocasiones. Sin embargo, no significa que la vida no merezca ser vivida, ser aprovechada. La vida no deja de ser un conjunto de situaciones al que hay que hacer frente con una sonrisa en los labios, con serenidad y paz espiritual y con la conciencia tranquila.
La vida es un regalo, aprovéchalo, saca lo mejor de ella, equivócate sin mortificarte por ello, ayuda a quienes lo necesiten y sé feliz. La vida es eso. Suéltate el pelo y deja que el viento te azote la cara, canta bajo la lluvia, acuéstate cuando amanece, acórtate la falda, ríete del dolor y llora de alegría. Es fácil, lo único que tienes que hacer es VIVIR

miércoles, 14 de junio de 2017

Corre, nena, corre

El sistema suprarrenal reacciona al estrés liberando hormonas que nos hacen estar alerta y reactivos. El problema es que el sistema suprarrenal no puede diferenciar entre un caso normal de nervios y un inminente desastre.
El cuerpo no sabe la diferencia entre nervios y emoción, pánico y duda, el principio y el final. El cuerpo te dice que lo mandes todo al carajo. A veces lo ignoras, eso es lo más razonable. Pero otras, escuchas. Se supone que tienes que confiar en tus entrañas ¿no? Cuando tu cuerpo te dice corre… corre.

Contigo o sin ti

Hay una cosa que solía hacerle, cuando era pequeña, a la videograbadora de mi madre. La desmontaba pieza por pieza y luego la volvía a armar otra vez. Pero inevitablemente, siempre había una o dos piezas que sobraban. Algo con lo que no sabía bien qué hacer.  Así que, ¿qué haces con esa pieza? ¿Intentas volverla a encajar? ¿Intentas hacer que funcione? ¿O decides que puedes vivir sin esa pieza que falta?
Cuando estamos sin ciertas cosas el tiempo suficiente, es fácil olvidar cuánto las necesitamos.  Olvidamos que las tuvimos una vez, olvidamos qué es vivir sin una cosa que no necesitamos, sino que queremos. Por eso es tan importante recordar, por eso es tan importante que recordemos: Que podamos vivir sin algo, no significa que tengamos que hacerlo.

Mirando al fin

No me gustan las preguntas sin ninguna respuesta, como: ¿Dónde vamos cuando morimos? Quiero decir, sé lo que sucede fisiológicamente hablando, pero más allá de eso, ¿qué pasa realmente? Eso es lo que empiezas a preguntarte cuando vives a contrarreloj.  Todas esas preguntas sin respuesta me vuelven loca.  Por eso me gusta curar bebés, traer al mundo bebés; no hay ambigüedad ahí, no hay preguntas, solo respuestas… claras, precisas y evidentes. Y vida, una vida preciosa y nueva.  Esperanza para el futuro. Dios, echo de menos eso.
Nunca valoré mucho preguntarme por la vida después de la muerte. Mi preocupación siempre fue la vida ¿Qué haría con ella? ¿Cuál sería mi marca? Quería abrir nuevos caminos, quería dejar un legado. Quería que mi vida, mi cerebro, mi existencia, significaran algo. Sin embargo, lo que nunca pensé, a lo que nunca le di vueltas en mi cabeza hasta ahora, es que, para hacer eso, para ser recordada, para dejar algo importante detrás… tienes que irte.

Riesgo

Nadie tiene una memoria perfecta o completa. Mezclamos las cosas, perdemos la noción del tiempo, estamos en un sitio, luego en otro. Y todo parece un momento largo e inexorable. Entonces, ¿qué significa? ¿Qué estaremos olvidando? ¿Qué trozos nos perseguirán? ¿Nos harán daño? ¿Terminarán con nosotros? ¿Nos inspirarán? El carrusel no deja de girar. No puedes bajarte.

Decisiones precipitadas

A veces hasta la mejor de las personas toma decisiones precipitadas, malas decisiones, decisiones de las que somos conscientes que nos arrepentiremos a la mañana siguiente; bueno tal vez no del todo, porque por lo menos nos hemos lanzado pero aún así algo en nuestro interior decide hacer una locura que sabemos que se dará la vuelta y nos morderá el culo, pero aún así, decidimos hacerlo de todos modos. Lo que quiero decir es que, recogemos lo que hemos sembrado, nos devuelve nuestros actos, es el Karma y lo mires por donde lo mires es un asco. En realidad no podemos quejarnos de nuestro Karma, no es injusto, no es inesperado, sólo iguala la balanza

Cuentos de hadas

La cuestión es que es difícil dejar que los cuentos de hadas desaparezcan; a casi todo el mundo le queda una mínima esperanza de que un día abrirá los ojos y verá que se han hecho realidad. Cuando el día llega a su fin, la fe es un misterio, aparece cuando menos te lo esperas. Es como si un día te dieras cuenta de que los cuentos no son exactamente como habías soñado. El castillo, puede que no sea un castillo; no es tan importante eso de ser felices para siempre, basta con ser felices en el momento. A veces, muy de vez en cuando, la gente puede darte una grata sorpresa; de vez en cuando, la gente te deja sin respiración

Cicatrices

Tenemos cicatrices en los lugares más insospechados como si fueran mapas secretos de nuestra historia personal, vestigios de viejas heridas. Algunas heridas se cierran dejándonos sólo una cicatriz pero otras no. Algunas cicatrices las llevamos a todas partes y aunque la herida cierre el dolor persiste. ¿Cuáles son peores las nuevas heridas terriblemente dolorosas o las viejas que debieron cerrarse hace años pero no lo hicieron? Quizás las viejas heridas nos enseñan algo, nos recuerdan donde hemos estado y lo que hemos superado, nos enseñan que debemos evitar en el futuro o eso creemos aunque en realidad no es así, hay cosas que debemos aprender una y otra vez.

Heridas

No todas las heridas son superficiales, casi todas las heridas son más profundas de lo que nosotros pensamos, no se ven a primera vista y luego están las heridas que nos cogen por sorpresa, el truco estar en hurgar en la herida hasta encontrar la verdadera causa del dolor y cuando la encuentras hay que dejarse la piel hasta curarlo

Secretos

Algo es seguro, sea lo que sea lo que intentamos esconder nunca estaremos preparados para cuando llegue el momento en que la verdad se desnude. Los secretos como las desgracias nunca vienen solos, se van acumulando hasta que se apoderan de todo, hasta que no queda lugar para nada más, hasta que tienes tantos secretos que parece que vas a reventar. Algo que la gente olvida es lo bien que se siente uno cuando libera sus secretos, sean buenos o malos al menos han sido destapados, te guste o no; una vez que los has destapado no tienes que esconderte tras ellos nunca más. El problema con los secretos es que incluso cuando crees tenerlo todo controlado no lo está

martes, 2 de mayo de 2017

Para tu cumpleaños…

Para tu cumpleaños…

Deseo que recibas estos regalos especiales:

Felicidad en lo profundo de tu ser

Serenidad con cada amanecer

Éxito en cada proyecto

Sinceridad de amigos que te quieran

Amor, que sea eterno

Recuerdos entrañables de momentos del ayer

Un presente esplendoroso repleto de bendiciones

Un sendero que conduzca a un hermoso mañana

Anhelos que se conviertan en realidad

Y reconocimientos de todas las cosas maravillosas que hay en ti


¡Que tengas un cumpleaños muy feliz!

domingo, 19 de marzo de 2017

ALIMENTAR MI ALMA

Hoy decido alimentar mi alma y dejar de lado la tristeza. Todo aquello que me quite la sonrisa lo borraré de mi vida. Sé que tomar las riendas de mi vida puede ser algo difícil, pero sé que lo lograré. Iniciaré con una actitud positiva, y eliminaré de mi entorno todo aquello que me provoca angustia y ansiedad. Soy tan fuerte que hoy decido alejarme de todas esas personas que no me han valorado y aquellas que se han olvidado de mí para así abrir la puerta a esas personas que SIEMPRE han estado ahí. Hacer esta limpieza en mi vida es necesario para soltar, para comenzar a crecer y madurar. Hoy decido no discutir, no forzar, poner todo de mi parte para que las cosas buenas en mi vida fluyan con mucha más facilidad. Prometo sonreir a a vida aunque ésta me devuelva una mala cara; porque sé que al final de mi camino, la vida hará su labor y pondrá a cada uno en su lugar. 

sábado, 14 de enero de 2017

Los problemas con el apego en niños adoptados

No es un secreto que hay un elevado número de niños que están muy desconectados de sus emociones y que muestran una sobreadaptación al entorno, que esconde a veces una rabia contenida y un grado de frustración elevado, que algunos padres no perciben. En la pre-adolescencia muchos niños estallan en situaciones que los padres nunca hubieran imaginado y todo esto tiene que ver con el miedo que tienen a defraudar a su nueva familia. A veces los niños pasan de una complacencia ejemplar a una violencia y agresividad extremas. Cuando un niño tiene que lidiar diariamente con el reto que supone establecer relaciones con sus iguales, sin sentirse discriminados por sus rasgos o por su condición adoptiva, atender de forma adecuada en clase, realizar todas las tareas que le son encomendadas y confirmar con sus padres ese estrecho vínculo que tanta inseguridad les causa y del que tanta necesidad tienen...todo ello supone un esfuerzo casi titánico que hace que agoten antes que otros niños la energía y los recursos adaptativos tan frágiles que poseen. 
Quiero referirme hoy al estilo de apego que establecen estos menores y a como en sus manifestaciones muestran muchas veces el miedo a ser abandonados de nuevo y a sentirse solos y que explicarían en buena medida las dificultades que se están encontrando algunos padres adoptivos en esa etapa tan temida como es la adolescencia. 
La teoría del apego habla de una disposición genética para establecer las relaciones de proximidad y se refiere sobre todo a la naturaleza especial de las relaciones cercanas, tomando como relación prototípica la que se da entre el niño y el cuidador/madre. Por eso es obvio entender que a los niños adoptados, les ha faltado de forma severa y a una edad temprana y clave para el neurodesarrollo, la atención sensible y empática de sus necesidades afectivas, mediente una experiencia de apego seguro con un cuidador competente. Esta etapa condiciona de alguna manera su forma de sentirse en el mundo y lo que esperan de él, casi siempre creando una desconfianza generalizada hacia las relaciones con los demás. 
Las figuras de apego se establecen en base a los adultos significativos que el niño percibe como estables y disponibles, y es a partir de ellos que el niño construye una representación afectiva de lo que es una persona. Una relación de calidad en las primeras etapas le hubiera permitido al niño disponer de una representación interna de sus figuras de apego, como disponibles, pero separadas de sí mismo y esto le hubiera servido como base de seguridad para explorar su entorno y a los extraños. La calidad del apego es tan relevante porque determinará en su desarrollo aspectos importantes como la empatía, la modulación de sus impulsos, deseos y sobre todo su capacidad para dar y recibir. Le dotará además de recursos para manejar situaciones emocionalmente difíciles y frustrantes como las separaciones y las pérdidas. Cuando un niño no ha tenido la posibilidad de establecer un apego primario de calidad en el curso de su primer año o en el máximo de los dos primeros años de vida, puede presentar a menudo déficits en su desarrollo, en especial en el ámbito de sus comportamientos sociales y en el desarrollo de su aprendizaje. Estos déficits pueden alterar la capacidad de vincularse de forma empática con los demás, así como obtener buenos resultados en los procesos de aprendizaje. Desafortunadamente, todos estos déficits están muy presentes en todos los niños adoptados, ya que son precisamente esas circunstancias de adversidad las que le llevaron a una nueva familia. Son la base de la mayoría de las dificultades que manifiestan en todos los ámbitos, por eso es tan necesario que los padres adoptivos manejen esta información y se convierta en una herramienta imprescindible en el día a día. 

TIPOLOGÍA DE LOS TRASTORNOS DE APEGO

Apego inseguro evitativo

El niño tiene una representación de los otros como no disponibles y de sí mismo como capaz de controlarlo todo. Tiene muchas dificultades para la sociabilidad con sus iguales y sobre todo con los adultos. A menudo estos niños parecen excesivamente autónomos y autosuficientes. Se muestran de la misma manera en el contexto escolar como familiar. 

Apego inseguro ansioso ambivalente

Lo más destacado es que en el niño se observa que la conducta de apego está activada la mayor parte del tiempo, ya que reclaman mucha atención. Nunca se sienten suficientemente amados o atendidos. Tienden a cronificar las conductas de dependencia y la representación de sí mismos como "indefensos y solos, no queridos". 

Apego inseguro desorganizado 

Lo presentan los niños más dañados con posibles procesos traumáticos. A menudo se observa en ellos cambios bruscos de ánimo con comportamientos desafiantes o violentos y a veces también una inhibición excesiva. Muestran daño en el control de impulsos y en la regulación de la agresividad. 
Otro tipo de apego especialmente preocupante y que cada vez con más frecuencia observamos en niños adoptados es del tipo inseguro “complaciente”; se percibe en niños que están muy desconectados a nivel emocional, que muestran una necesidad exagerada por complacer  a todos y en especial a los adultos, sacrificando sus propias necesidades afectivas y manteniendo un nivel de auto-exigencia muy elevado destacando en el rendimiento escolar y demás actividades que realizan. Es a estos casos sobre todo a los que me refería al principio, porque es fácil que el sufrimiento del niño pase desapercibido a los adultos, ya que normalmente va cumpliendo las expectativas que sobre él se han depositado. A veces preocupa a los padres la frialdad excesiva que muestran en sus sentimientos y la tristeza que acompaña a su excesiva complacencia.
No quiero dejar de mencionar para aquellos padres que se inicien en la adopción, una conducta de apego muy estereotipada en los niños adoptados sobre todo a su llegada, y es del tipo “indiscriminado” y lo más destacado de ellos es que se muestran tiernos y amorosos con cualquier persona que se les acerque. Dispuestos a irse de la mano del primer adulto que muestre interés en ellos. Muchos padres adoptivos cuentan a veces con alivio y otras con extrañeza como la primera vez que visitaron el orfanato había niños que se acercaban o les abrazaban al verle, incluso su propio hijo les recibió con un fuerte abrazo y este tipo de conducta se prolongó en el tiempo después de la llegada a casa. Estas conductas que se van modificando y mejorando con el tiempo a medida que el niño desarrolla un apego seguro con sus padres, no dejan de ser síntoma de un trastorno de apego inicial como consecuencia del abandono previo, de los malos tratos o de una institucionalización prolongada.

domingo, 8 de enero de 2017

CUÁNDO TIRAR LA TOALLA

La expresión “tirar la toalla” se refiere al hecho de abandonar un objetivo después de intentar alcanzarlo sin éxito. Estás cansado de esforzarte tanto y haces como el boxeador en el ring cuando está extenuado y sabe a ciencia cierta que no ganará el combate: tiras la toalla.

A veces, tirar la toalla puede ser una decisión que acaree consecuencias positivas. Dejar de desgastarse es una buena opción en algunos casos, pero ¿cómo saber cuál es el momento de rendirse? Aquí os dejo tres ocasiones en las que tirar la toalla será la mejor opción.

Cuando hay oportunidades o alternativas mejores.
Si las alternativas son peores o inexistentes, merece la pena seguir luchando. No tendría mucho sentido tirar la toalla por nada, ¿verdad?

Cuando estás perdiendo algo de muchísimo valor que difícilmente vas a recuperar.
No se trata sólo de dinero. Es igual o incluso más importante la salud y las relaciones con los seres queridos.

Cuanto te sientes tremendamente infeliz.
Si te sientes deprimido, triste, decaído, sin fuerzas y sin ganas de nada con frecuencia y fantaseas continuamente con algo distinto, es el momento de tirar la toalla y luchar por lo que en realidad deseas.

Ciertamente, no compensa obsesionarse con un objetivo concreto cuando pueden estar pasando de largo oportunidades que sí merece la pena aprovechar o, por lo menos, pararse a considerar.

Tirar la toalla no es algo sólo propio de los pesimistas, sino de los que buscan algo mejor en su vida. En palabras del propio Napoleón, “Una retirada a tiempo es una victoria”.




sábado, 7 de enero de 2017

2016 también ha sido un gran año

Muchas personas me han enviado los típicos mensajes navideños y de año nuevo, y eso me ha hecho reflexionar. Es cierto que este 2016 ha sido un año complicado para mí, me han pasado muchas cosas, y aunque no todas hayan sido buenas, no ha sido un mal año. Mucha gente me ha ido animando, y me ha dicho “venga, ánimo, que ya se acaba este 2016, un año malísimo, y llega 2017”. Por muchas cosas “malas” que me haya traído este 2016, no creo que haya sido un año malísimo. Claro que, en cuanto decidí escribir estas líneas, me puse a pensar y, haciendo un resumen de todo lo que me ha pasado este año, sí que es cierto que he pasado por momentos duros, situaciones difíciles y he vivido desengaños con personas que jamás pensé que pudieran hacerme pasar momentos tan dolorosos. Ha sido un año de mucho estrés, muchas decepciones y alguna discusión que otra. Aún así, sigo creyendo que 2016 también ha sido un gran año.

A pesar de haber pasado meses de puro estrés y pura ansiedad, de sentirme tanto física como mentalmente fuera de lugar, de haber pasado más tiempo del que cualquiera desearía en médicos y de haber llorado desgarradoramente (desde dentro, como digo yo), a pesar de todo ello, 2016 me ha traído muchísimas cosas buenas. Me ha hecho abrir los ojos para ver más allá, para darme cuenta de que las cosas casi nunca son lo que parecen.

Este 2016 me ha enseñado que mis profesores de la universidad, aunque no todos (y más bien pocos, puedo contarlos con los dedos de una mano y aún así me sobran dedos), son más humanos y más cercanos de lo que nos hacen creer. Se preocuparon por mí cuando vieron que mi forma de ser y de actuar no era la de siempre, y procuraron echarme una mano en todo lo que pudieron, se encargaron de darme ánimos en los momentos difíciles y me tendieron la mano cuando vieron que había tropezado.

Este año también me ha enseñado que no estoy tan sola como creo, que no tengo que pasar por todo yo sola. Me ha recordado las buenas amigas que tengo, amigas que han estado en mis peores momentos y, lejos de intentar desentenderse, han pasado por ello conmigo, amigas que han sujetado el paraguas que me protegía del aguacero cuando a mí no me quedaban fuerzas. Me ha demostrado que, incluso cuando hay un océano (físico, no metafórico) entre dos personas, la amistad sigue ahí, intacta, incorruptible e incondicional. Me ha demostrado que los verdaderos amigos están a tu lado incluso cuando ellos están pasando por un mal momento. Este 2016 me ha enseñado que tengo dos amigas que valen su peso (e incluso más) en oro, son el mejor regalo que se puede tener en la vida.

El 2016 también me ha ayudado a consolidar nuevas amistades, amistades que se han quedado a mi lado a pesar de haberme visto en mis peores momentos. Y me ha enseñado que la amistad no sólo se da entre personas, sino que puedes encontrar un amigo para toda la vida en un animal. Este año me ha dado 6 luces que iluminan mi camino cuando no veo razón para seguir luchando, 6 caballos maravillosos que han sido los mejores terapeutas del mundo, que han sabido darme lo que necesitaba en cada momento, que me han hecho sacar fuerzas de donde creía que ya no había, que me han hecho dar lo mejor de mí misma y que han hecho que me esforzara al máximo.

Este 2016 me ha demostrado que la distancia no es impedimento, y que el tiempo no “estropea” las relaciones. He aprendido que la familia siempre (SIEMPRE) está a tu lado, y que te apoya incondicionalmente aunque no tenga ni idea de lo que te está pasando. Me ha enseñado que la gente que te quiere nunca te da la espalda, por mucho tiempo que haya pasado desde vuestro último abrazo, desde vuestra última conversación o desde vuestra última visita. Por supuesto, también me ha enseñado que la familia no siempre es de sangre, sino que son los hechos y no la sangre los que determinan si una persona merece ser incluida o no en la familia.


El 2016 me ha dado una nueva oportunidad, un nuevo horizonte y unas nuevas metas que alcanzar en 2017. Me ha dado fuerzas, amigos, familia, retos y cabezonería (esa cabezonería de la que tantísimo se queja mi familia y mis amigos). ¿Cómo voy a decir que 2016 ha sido un año malísimo? De eso nada, 2016 ha sido un año buenísimo, y ojalá 2017 sea igual de bueno. 

domingo, 1 de enero de 2017

"Casualidades" que te cambian la vida


Soy de las que defiendo que, en realidad, las casualidades no existen. La vida no es un accidente regido por la suerte. En realidad, cada uno recoge lo que siembra, ya que estamos sumergidos en un aprendizaje constante. No sabemos si las "casualidades" son producto del azar, del destino o de cada uno de nuestros actos previos. Lo que sí sabemos es que, en ocasiones, la "suerte" está a nuestro favor y nos trae cosas y personas que valen la pena, que nos aportan felicidad. 

Las casualidades, coincidencias y sincronicidades

La vida es un libro que vamos escribiendo día a día porque, en cada momento, acontecen maravillosas "casualidades", pero también surgen otras que no resultan tan positivas. Ahora bien, en mi caso, lejos de llamarlo casualidades, prefiero hablar de coincidencias. 


  • En el día a día vivimos ciertas coincidencias que, a nuestro parecer, carecen de significado. Sin embargo, cada cosa que nos encontramos, vemos y sentimos son resultado directo de cada una de nuestras decisiones.
  • Las casualidades "existen", pero la mayoría de las veces acontencen porque nosotros mismos somos agentes activos de nuestra realidad. 
C.G.Jung acuñó el interesante término de sincronicidad para hablar de otro tipo de "casualidades": son la coincidencia temporal de dos o más eventos que, a pesar de estar relacionados entre sí, no son causa uno del otro. 

Esas casualidades que nos traen la felicidad

Para nosotros que nos limitamos a vivir la vida sin preocuparnos demasiado por discusiones filosóficas sobre si es el destino, la suerte o nuestra mente quien favorece esas coincidencias, lo único que deseamos es que todo lo que ocurra sea bueno. Por ello, estaría bien reflexionar brevemente sobre estas dimensiones:

Las coincidencias se ven favorecidas por una actitud positiva

De todo lo que uno "lleva puesto", lo más importante es la actitud, pues ésta es la que nos va a dar fuerzas para hacer frente a nuestro día a día, para salir a la calle y sonreír, ver las cosas buenas del mundo que te rodea y afrontar las dificultades con optimismo. 
  • Si nuestra actitud no es abierta o receptiva, dejaremos escapar muchas oportunidades y situaciones que, de alguna manera, podrían mejorar nuestra realidad. 
  • Quien opta por mantener una actitud cerrada, defensiva y negativa sólo recibirá lo mismo. Es como estar inmersos en esa visión de túnel donde sólo vemos un punto final, el nuestro, sin descubrir todo lo que acontece a nuestro alrededor. 

El pilar del amor propio

¿Qué tiene que ver el amor propio en las coincidencias? Muchísimo. Quien carece de amor propio se limita sólo a dejarse llevar, a permitir que sean los demás o el propio ritmo de vida quienes les traigan sus casualidades. 
  • Es necesario ser artífices de nuestra propia realidad y, por tanto, es importante disponer de amor propio, autoestima y determinación para saber "qué sí y qué no", qué camino tomar y qué sendero evitar según nuestros propósitos y decisiones. 

No temas a la incertidumbre 

Las personas tenemos la necesidad de tenerlo todo bajo control. A nuestro cerebro no le gusta la incertidumbre ni lo imprevisto. 

Ahora bien, es importante saber aceptar que hay cosas que no podemos dominar ni predecir y que las propias coincidencias forman parte de la incertidumbre de la vida. 

Se trata sólo de dejarse llevar, de fijar nuestra acción en aquellas circunstancias que sí podemos controlar para que el resto acontezca a su ritmo. 

Con una buena actitud, esperanzas, resistencia a la incertidumbre y una buena autoestima, la puerta de la felicidad, tarde o temprano, se abrirá ante nosotros para traernos aquello que soñamos.