Pero las cosas han cambiado. Porque yo me levanto hasta de lo más profundo, me levanto de lo peor. Lo que en un momento de la vida parecía grato y reconfortante, con el tiempo fue cambiando, las personas que estaban a mi lado, como yo, acaban por cambiar, y a veces también es mejor alejarse, respirar hondo, y decidir si mi vida merece tener a personas cerca así. Tengo que olvidar, olvidar del todo y de verdad. ¿De qué me vale estar tres días fuera, de fiesta, matando los pensamientos que me hacen daño para que llegue el cuarto y volver a hundirme de nuevo? De nada. Tengo que agarrar el toro por los cuernos, tengo que enfrentarme de una vez por todas, asumir lo que fue, lo que es y lo que será de mi vida. Y poner límites. Poner límites de verdad. Tirar todo por la borda está bien siempre y cuando haya decidido que se acabó de verdad. Pero si lo tiro y después soy yo quien se lanza al mar de lleno, llorando y suplicando porque vuelva a estar en mis manos tengo un problema.
Está claro que necesito tiempo para mi, y pensar sin ser impulsiva, reflexionar sobre mi presente, sobre qué o quién quiero que viva a mi lado. No se podrá olvidar todo, porque las cicatrices son fundamentales para seguir creciendo pero, tengo que decidir… Eso sí es importante. Y cuanto antes… Y por favor, sin volver de nuevo atrás…
No hay comentarios:
Publicar un comentario